jueves, 12 de noviembre de 2009

OTROS CASOS PRÁCTICOS PARA DISCUTIR
















Hola:





Aquí tenéis dos casos que hemos discutido en la última clase de ISSA.

Como siempre están sacados del libro "Asistentes de dirección: crecimiento personal/excelencia corporativa" (pp.187-189).

Durante la clase los han expuesto las alumnas: Alba Fernández Palacín y María García Jiménez.



Como siempre vuestros comentarios serán muy bien recibidos.

También son muy de desear testimonios que puedan enriquecer las experiencias y argumentos.

Muchas gracias:





Acoso afectivo/ mobbing

Caso investigado por Henar Lainez y Begoña Sevillano, alumnas de ISSA.

Vanesa, asistente de Orquestas Blues Band llevaba tres años trabajando en esta empresa cuando comenzó a sentirse acosada.




Siempre había sido una asistente singular, le gustaba su trabajo y disfrutaba con él. Recibía recompensas y agradecimientos por su constante aportación a la empresa. Es agradable y simpática y eso hacía que todos sintiesen un gran afecto por ella.


Todo empezó a empeorar cuando su jefe comenzó a agobiarla, le hacía quedarse hasta altas horas de la noche y parecía que sólo ella supiese hacer las cosas porque todo se lo encargaban a ella.




Al principio no le preocupaba mucho porque siempre le ayudaba el jefe y se quedaba con ella hasta que acabase.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que el trabajo le agobiaba pero que su jefe lo hacía aún más. Insistía en invitarla a cenar cuando se quedaban solos y en acompañarla a casa. Éste al recibir siempre la misma respuesta le encargaba más y más trabajo. Parecía descargarse con ella cuando algo iba mas y la bombardeaba a llamadas.


Un día al finalizar la jornada acudieron a una cena de trabajo en un restaurante de otra ciudad cercana. Vanesa daba por hecho de que todos sus compañeros asistirían, pero al llegar allí sólo estaba su jefe. Ella le pidió explicaciones y la respuesta de él fue que esa era la única manera de conseguir cenar con ella.




A Vanesa no le pareció bien y disculpándose y alegando tener que hacer otras cosas se marchó educadamente.


Desde aquella noche todo fue mucho peor. El ritmo de trabajo que le hacía seguir era insoportable y el trato que ahora recibía por parte de su jefe estaba lleno de desplantes y malas caras.


Sus compañeros intentaban ayudarla quitándole trabajo y no dejándole a solas con el jefe; pero nada era suficiente, Vanesa no podía dejar que los demás se enfrentasen a su jefe porque acabaría perjudicando a sus compañeros. Ella no podía seguir ese ritmo: no dormía, estaba tensa, ya no disfrutaba en su trabajo y el ambiente con su jefe era insoportable. A todo esto se le sumaba que su marido e hijo estaban perdiendo toda su atención.


Cuatro meses más tarde decidió que le resultaba imposible seguir así y decidió dejar el trabajo. No se atrevió a enfrentarse a su jefe y mandó una carta a la Junta General despidiéndose.


Sus compañeros le animaron a poner una denuncia pero ella temía a su jefe y lo que pudiese hacer.


Era joven, independiente y defendía sus propias opiniones y decisiones sin dejarse influir ni aconsejar. Ahora ha reflexionado y no duda en que si esto le pasara en estos momentos, lo denunciaría y no hubiese aguantado en el trabajo ni un día más, y no cuatro meses como sufrió.

2.1. Discusión

Al tratarse de un caso de posible acoso sentimental y de injusticia, conviene recordar los principios que se recogen en: Parte I, Cap. 6 y 7. 4- 7.4.2.2, inclusive.


Conviene siempre reivindicar los derechos amparados por la ley, tanto por la propia dignidad como para evitar que se fomenten precedentes antiéticos que puedan perjudicar a otros compañeros.



Acoso sexual/ prudencia

Caso investigado por Eli Múgica, alumna de ISSA.

Una alumna decidió buscarse unas prácticas en las que pudiera practicar algún idioma de los que estaba estudiando: Francés o Inglés. Después de recorrerse toda la ciudad sus ánimos decayeron pero, aun así, lo siguió intentando en Vitoria, donde tenía un hermano viviendo. A los pocos días, recibió una llamada de una empresa telefónica de San Sebastián que estaba dispuesta a “contratarla” de prácticas.




La oferta sonaba maravillosa: entre semana ayudaría en la tienda que tenían en San Sebastián, a la que iban muchos extranjeros, y varios fines de semana ayudaría al comercial que asistía a ferias y congresos en España y Francia. Todo eso sin cobrar, claro está, pero no dejaba de ser un chollo también para ella.


Ella empezó a trabajar en julio. La chica a la que tenía que ayudar se había cogido baja por depresión (que resultaron ser unas vacaciones). Además no había ningún tipo de contrato, pero ella no tenía nada mejor que hacer que rellenar su curriculum vitae.




Por suerte era julio y había poca clientela, así que dispuso de tiempo para entender el mundo de la telefonía y atender al público.




Eran muy pocos los extranjeros que se acercaban a la tienda pero estaba aprendiendo a desenvolverse con facturas, contratos telefónicos, llamadas a proveedores, etc.




El primer fin de semana que el comercial, y jefe a la vez, iba de feria a Barcelona le dijo que no podía asistir, pero fue invitada para el fin de semana siguiente. Aunque trabajó un montón de horas para ella no dejaba de ser una buena experiencia.


El problema surgió mientras gestionaban con la agencia de viajes el tercer fin de semana de feria.


El jefe le comentó que la empresa no tenía mucho presupuesto para costearse dos habitaciones de hotel durante tantos fines de semana, así que, había encontrado una solución para que ella pudiera acompañarle. Consistía en una habitación con dos camas y dos lavabos, separado todo por un biombo grande.




Ella no desconfió de su jefe, pero a pesar de todo se lo comentó a su madre. Le aconsejó que no fuera, que buscara alguna excusa, pero pensó que las madres son siempre muy protectoras. No obstante, al día siguiente llamó a la agencia de viajes para preguntar por el nombre del hotel donde habían hecho la reserva.


Llamó al hotel y aquella habitación no existía. La reserva se había hecho el día anterior vía e-mail y la chica de la agencia de viajes especificó que era una habitación doble pero de camas separadas.




Aquello la dejó un poco sorprendida y algo asustada. Seguidamente llamó a la agencia de viajes. No fue fácil la conversación ya que si preguntaba demasiado y estaba equivocada, ¡menuda imagen dejaría de su jefe! Pero en la agencia tampoco tenían constancia de que fueran dos camas y no una.


Al día siguiente a primera hora de la jornada habló con el jefe. Le contó una excusa para justificar sus indagaciones sobre el hotel y le contó que en el hotel no había ninguna habitación como la que él había descrito. Él contestó que en la agencia de viajes se habrían olvidado.




Total, que aunque no entendía muy bien todo aquello sospechó que había gato encerrado en aquella mentira. Intentó ser suave con la situación y le dijo directamente que lo dejaba, que en la agencia le habían dicho que él no había comentado nada de un biombo y que él no tenía por que mentirle fuera por la razón que fuese.




La reacción del jefe fue bastante desagradable, tuvo que oír de todo pero se mantuvo firme, y no volvió más.

3. 1. Discusión


La empleada actuó con sagacidad y prudencia al comentar el asunto con su madre y comprobar personalmente las condiciones del viaje y la habitación.


A la falta de delicadeza del jefe con sólo plantear la posibilidad de compartir una habitación con ella, se añade la del engaño, ya que ofrece unas supuestas garantías (biombo, etc.), tampoco suficientes y además falsas.


Ella fue sincera y fuerte al plantear al superior su desacuerdo con el plan.


Cf. Las experiencias recogidas en I Parte Capítulo 6 en el apartado 6. 6, y el Anexo II.



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